domingo, 6 de diciembre de 2020

¿QUÉ SIGNFICA SER CRISTIANO?

 

 

¿CÓMO Y PARA QUÉ SER CRISTIANO O CRISTIANA?

Maestra Guillermina Izquierdo Reinoso

Comunidad Cristiana Metropolitana, AD, Santiago, RD.

Año 2020

Antes de meditar sobre la manera de cómo y para qué convertirse en un cristiano, debemos definir los conceptos: cristiano y cristianismo, ya que la mayoría de las personas que dicen creer en Dios, que visitan una iglesia y hacen buenas obras; muchas veces se hacen llamar cristianas y no lo son, porque ignoran el significado del concepto.

En la mayoría de los países que profesan el cristianismo llaman cristianos, específicamente, a los evangélicos.  No todo el que cree en Cristo ni el que dice ser evangélico es verdaderamente cristiano. Un creyente puede orar mucho, leer la Biblia, bautizarse, ir a todos los cultos de la iglesia, cantar alabanzas, tomar la Santa Cena, y hacer buenas obras y aun así no ser cristiano. Es de ahí que el Señor Jesús les dice a sus discípulos que no todo el que le diga Señor, entrará en el reino de los cielos (Mateo 7:21).

1. ¿Cómo define el diccionario la palabra cristiano?

La define como aquella persona que profesa el cristianismo, es decir, que sigue la fe cristiana. Una religión monoteísta, basada en la creencia en un único Dios, creador de los cielos y la tierra, y todo el universo.

2. ¿Cómo es definido generalmente el término cristianismo?

Se dice que es un credo basado en las principales doctrinas bíblicas y el código de conducta moral definido en las enseñanzas y vivencias de Cristo; un culto de ceremonias religiosas que resalta los hechos de Jesucristo. 

3. ¿Cómo conceptualiza la Biblia el ser cristiano?

La palabra cristiano aparece en la Biblia una sola vez en el Nuevo Testamento, en Hechos11:25-26, cuando Lucas dice: “Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente (refiriéndose a Bernabé y a Saulo, mas conocido como Pablo); y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” ¿Por qué le dieron este nombre, ya que hasta ese momento le llamaban los del Camino? (Hechos 9:2)

Los creyentes de la iglesia de Antioquia vieron en los discípulos de Jesús que no sólo hablaban de él y del evangelio que les enseñó y les ordenó que lo enseñaran a todo el mundo, sino, que a la vez vivían con pasión a Cristo (Hechos 5:12). Sus padecimientos por causa del Evangelio, su poder y autoridad sobre las enfermedades y los demonios, su amor por la humanidad, su bondad, misericordia y compasión por los pecadores y por los que padecían alguna necesidad eran evidencias de que vivían por y para Cristo. Hacían lo que su Maestro hacía con las personas.  

Por tal razón, los azotes ni la muerte de los mártires los detenían. Vivían a Cristo con todo su ser por encima de las circunstancias difíciles que esto les produjera (Hechos 5:29).

Si meditamos sobre la vida de los discípulos de Jesús después de su muerte, resurrección y ascensión a la diestra del Padre, y que en lugar de él les envió el Espíritu Santo para que no estuvieran solos, sino que estuvieran siempre donde Cristo estuviera (Juan 14:3;16:7) entonces, no definiéramos el cristianismo como un credo ni un código de conducta, ni un culto o sistema religión; sino como la relación personal e íntima de una persona con Jesucristo.  Ser cristiano es perder al mundo para ganar y vivir a Cristo, como dice Pablo:

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;  (Filipenses 3:7-9).

La Biblia nos enseña que ser cristiano no es tan sólo creer en Jesucristo ni profesar el cristianismo con todas sus exigencias, ni hacer muchas obras de bien en su nombre, como dijo el Señor Jesús: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23).

Ser cristiano consiste en sostener una relación personal con Cristo. Una vivencia diaria en intimidad con él.  Vivir por él y para él. Es un estilo de vida al nivel de su estatura y santidad (Gálatas 2:20). En eso consiste el verdadero cristianismo.

Hay quienes piensan que el verdadero cristiano es el que hace buenas obras en pro de los más necesitados. Una persona muy buena, que no hace daño a nadie. (Efesios 2:8-9). Esto es bueno y válido para la buena convivencia en comunidad. Pero un individuo puede estar dechado de virtudes y no ser cristiano. Ser cristiano implica más que eso. Es conocer a Cristo y tener vivencias cotidianas con él como su salvador, amigo personal y Señor de su vida.

4. ¿Por qué todas las personas deben procurar ser cristianas?

1) Porque por naturaleza todos somos pecadores. Heredamos el pecado de Adán y Eva. Por su desobediencia a Dios en Edén fuimos vendidos al pecado, y la paga del pecado es la muerte: muerte física, muerte espiritual y muerte eterna (Romanos 5:12).

Sin Cristo, todo ser humano vive separado de Dios y está destituido de su gloria y muerto espiritualmente, aunque tenga costumbres de hacer buenas obras y sea considerada por todos como persona buena, solidaria y bondadosa, que no le hace daño a nadie ni siquiera a una mosca. Delante de Dios todos pecamos, consciente e inconscientemente. Con tan sólo diciendo que no somos pecadores, ya estamos pecando, porque hacemos a Dios mentiroso (Romanos 3:23). 

2) Dios no quiere que ningún ser humano se pierda, aun siendo pecadores.  Por eso nos dio su Hijo Jesús como regalo de su eterno amor para que todos los que crean en él vivan para siempre. Jesús es la vida misma y la luz verdadera de los seres humanos (Juan 1:1-2, 3:16).  

3). Cristo es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:21). Fue despreciado y desechado, azotado, herido y abatido; menospreciado, angustiado, dolido y afligido; experimentado en dolores, herido por nuestras rebeliones y molido por nuestros pecados, a fin de que nosotros alcanzáramos el perdón de nuestros pecados y la vida eterna (Isaías 53:1-7). 

4). Cristo pagó con su horrenda y humillante muerte en la cruz, siendo acusado falsamente de malhechor sin cometer ninguna infracción, el rescate de nuestras vidas de la muerte espiritual y eterna, que ningún humano tiene con que pagarlo, porque sin Cristo estamos muertos en nuestros delitos y pecados (1 Pedro 2:24; Efesios 2:1). 

5). Cristo está a la puerta del corazón de todas las personas, esperando que escuchemos su voz cuando nos llama, movido por su gran amor hacia la humanidad. Aún espera que todos lo reciban. El que escucha hoy su voz y le abre la puerta de su corazón, él entrará y se convertirá en amigo íntimo de esa persona, a través del Espíritu Santo (Juan 16:13-15). Les perdonará sus pecados y tomará la rienda de su vida hasta llevarlo a la vida eterna (Apocalipsis 3:20). 

Vendrá el día en que Cristo no hará jamás éste llamado, y cuando eso ocurra, la puerta de la salvación será cerrada para siempre. Todo aquel que no le prestó atención a su llamado, ya está muerto eternamente. No tiene otra oportunidad de vida (Isaías 55:6). 

El apóstol Pablo les dice a los corintios: “Porque el amor de Cristo nos constriñe (exige), pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. ... Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5: 14-13, 21).

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito (Cristo), para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16). Todas las personas del mundo deben procurar ser cristianos para que no se pierdan, sino que alcancen vida eterna por medio de la fe en Jesucristo.

"En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1Juan 4:9-10).

¿Por qué menospreciar un amor tan grande y especial? El cristiano auténtico vive por y para Cristo. No se gloría en sus vanidades, sino en aquel que lo dio todo por él, sin merecerlo.   El creyente que no vive a Cristo no sabe que se está perdiendo de todo lo mejor y único bueno y verdadero que tiene la vida.

 

¡Imposible no verte!