jueves, 28 de febrero de 2019

EL DISCÍPULO DE CRISTO COMO CONSEJERO Y GUÍA ESPIRITUAL




Antes de conceptualizar el discípulo de Cristo como mentor (guía, maestro o padre espiritual) y la metodología y estrategias que este acto conlleva en sí mismo, debemos definir la familia espiritual de Dios, su estructura y ciclo, así como, la posición, valor y actitud del discípulo como parte de esta familia, que tiene el compromiso de evangelizar a otros, de enseñarles a guardar la Palabra de Dios y ayudarlos a crecer en Cristo, hasta que se convierta en un discipulador independiente.

La Biblia registra que la iglesia es una familia espiritual conectada por la sangre de Jesucristo, por lo que cada miembro debe someterse a las normas establecidas por la familia, cuidar a sus hermanos y hermanas en la fe y actuar correctamente según la habilidad que tenga y el llamado del Señor en su vida. De esta manera, todos disfrutarían de la armonía y la paz en la congregación de los santos y de la presencia de Dios en nuestros cultos.
Para poder ser un discípulo mentor eficiente y productivo, tenemos que aprender primero a cómo actuar como miembro de la iglesia; a cómo amar, respetar e interactuar con cada hermano y hermana espiritual.  En segundo lugar, debemos conocer cada uno de los principios que rigen la mentoría y la manera en que hay que administrar el don que el Señor Jesucristo nos haya dado, a través del Espiritu Santo.  Todo cristiano, como seguidor de Jesucristo, debe entender que no está solo; que desde que se decidió a seguir a Cristo forma parte de una familia espiritual local, nacional y universal.
Y como miembro de una iglesia local cristiana, debe conocer cada uno de sus hermanos y hermanas, someterse al liderazgo de esa familia y meterse en el ciclo amoroso de los unos con los otros, sin hacer acepción de personas; ya que ahora es ciudadano del pueblo de Dios y coheredero con Jesucristo y con los demás miembros de la congregación del reino de los cielos.
Además, debe saber cuál es su posición y rol dentro de la iglesia, comprender lo que es la paternidad espiritual y entender el compromiso que conlleva el ser un creyente fructífero. A la vez, debe conocer las diferentes formas de cooperar con los nuevos creyentes, siendo primero testimonio vivo del evangelio de Jesucristo para cada uno. 
Al nuevo creyente no debemos nunca dejarlo solo, porque puede atrofiarse su crecimiento espiritual y apartarse del evangelio.  Debemos, por lo menos, apadrinar a uno de ellos, para curar y vendar sus heridas, ayudarlo en sus primeros pasos de fe y alimentarlo, primero, con la leche espiritual, como a bebés, hasta que alcance la madurez y pueda comer alimentos sólidos y caminar por si solo, fundamentado en la fe de Cristo . A esto se le conoce con el nombre “paternidad espiritual”. 












Conclusion 
El recorrido bíblico que hemos realizado para describir la importancia de la mentoría espiritual en la iglesia de Jesucristo nos demuestra que el desarrollo espiritual saludable de los creyentes inicia con nuestra habilidad de amar a Dios y al prójimo, por lo que, todos debemos ser entrenados con esmero y dedicación en el área espiritual.
 Para poder amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos, primero debemos desarrollar el amor fraternal, porque éste es evidencia del amor divino, nos hace cumplidores de la Ley de Dios, nos convierte en personas serviciales, y todo esto es  el reflejo de una vida santa. Podemos tener muchos talentos y lograr muchas cosas para Dios, pero de nada nos sirven si no lo hacemos bajo el mover del amor.
Dentro de la iglesia de Jesucristo es posible que encontremos personas que haciéndose llamar cristianos tienen actitudes antibíblicas frente a las debilidades y necesidades de los demás, pero el verdadero discípulo no se deja contaminar por estos, sino que desarrolla el corazón de Cristo y toma la actitud del buen samaritano.
El verdadero discípulo sabe que el cuerpo de Cristo es su familia espiritual y que debe someterse a las normas establecidas, y a la vez, debe cuidar y velar por cada uno de sus hermanos espirituales según su habilidad y el llamado que haya recibido. Al mismo tiempo está consciente y obedece el llamado de Jesucristo de ir y hacer discipulos por todo el mundo, enseñándoles a que guarden en todo la Palabra de Dios, manteniéndose fiel a ella hasta la venida de Cristo.
Y sin que nadie lo obligue, toma la iniciativa de engendrar y/o adoptar hijos espirituales, para vendar y curar sus heridas y guiarlos a toda verdad en el evangelio de Jesucristo, hasta que estos se conviertan también en padres espirituales, completando de esta manera el ciclo de la paternidad espiritual.










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¡Imposible no verte!