Antes de conceptualizar el
discípulo de Cristo como mentor (guía, maestro o padre espiritual) y la
metodología y estrategias que este acto conlleva en sí mismo, debemos definir la
familia espiritual de Dios, su estructura y ciclo, así como, la posición,
valor y actitud del discípulo como parte de esta familia, que tiene el
compromiso de evangelizar a otros, de enseñarles a guardar la
Palabra de Dios y ayudarlos a crecer en Cristo, hasta que se
convierta en un discipulador independiente.
La Biblia registra que la
iglesia es una familia espiritual conectada por la sangre de Jesucristo,
por lo que cada miembro debe someterse a las normas establecidas
por la familia, cuidar a sus hermanos y hermanas en la fe y actuar correctamente
según la habilidad que tenga y el llamado del Señor en su vida. De esta
manera, todos disfrutarían de la armonía y la paz en la congregación de los
santos y de la presencia de Dios en nuestros cultos.
Para poder ser un discípulo
mentor eficiente y productivo, tenemos que aprender primero a cómo actuar como
miembro de la iglesia; a cómo amar, respetar e interactuar con cada
hermano y hermana espiritual. En
segundo lugar, debemos conocer cada uno de los principios que rigen la mentoría
y la manera en que hay que administrar el don que el Señor Jesucristo nos haya
dado, a través del Espiritu Santo. Todo cristiano, como seguidor de
Jesucristo, debe entender que no está solo; que desde que se decidió a seguir a
Cristo forma parte de una familia espiritual local, nacional y universal.
Y como miembro de una iglesia
local cristiana, debe conocer cada uno de sus hermanos y hermanas, someterse al liderazgo
de esa familia y meterse en el ciclo amoroso de los unos con los otros, sin
hacer acepción de personas; ya que ahora es ciudadano del pueblo de Dios y
coheredero con Jesucristo y con los demás miembros de la congregación del reino
de los cielos.
Además, debe saber cuál es su
posición y rol dentro de la iglesia, comprender lo que es la paternidad espiritual y entender el compromiso que conlleva el ser un creyente fructífero. A la vez, debe conocer las
diferentes formas de cooperar con los nuevos creyentes, siendo primero testimonio vivo
del evangelio de Jesucristo para cada uno.
Al nuevo creyente no debemos nunca
dejarlo solo, porque puede atrofiarse su crecimiento espiritual y apartarse del
evangelio. Debemos, por lo menos,
apadrinar a uno de ellos, para curar y vendar sus heridas, ayudarlo en sus
primeros pasos de fe y alimentarlo, primero, con la leche espiritual, como a bebés, hasta que alcance la
madurez y pueda comer alimentos sólidos y caminar por si solo, fundamentado en la fe de Cristo . A esto se le conoce con el nombre
“paternidad espiritual”.
Conclusion
El recorrido bíblico que hemos
realizado para describir la importancia de la mentoría espiritual en la iglesia
de Jesucristo nos demuestra que el desarrollo espiritual saludable de los
creyentes inicia con nuestra habilidad de amar a Dios y al prójimo, por lo que,
todos debemos ser entrenados con esmero y dedicación en el área espiritual.
Para poder amar a Dios y al prójimo como a
nosotros mismos, primero debemos desarrollar el amor fraternal, porque éste es
evidencia del amor divino, nos hace cumplidores de la Ley de Dios, nos
convierte en personas serviciales, y todo esto es el reflejo de una vida santa. Podemos tener
muchos talentos y lograr muchas cosas para Dios, pero de nada nos sirven si no
lo hacemos bajo el mover del amor.
Dentro de la iglesia de
Jesucristo es posible que encontremos personas que haciéndose llamar cristianos
tienen actitudes antibíblicas frente a las debilidades y necesidades de los
demás, pero el verdadero discípulo no se deja contaminar por estos, sino que
desarrolla el corazón de Cristo y toma la actitud del buen samaritano.
El verdadero discípulo sabe que
el cuerpo de Cristo es su familia espiritual y que debe someterse a las normas
establecidas, y a la vez, debe cuidar y velar por cada uno de sus hermanos
espirituales según su habilidad y el llamado que haya recibido. Al mismo tiempo está consciente y
obedece el llamado de Jesucristo de ir y hacer discipulos por todo el mundo,
enseñándoles a que guarden en todo la Palabra de Dios, manteniéndose fiel a
ella hasta la venida de Cristo.
Y sin que nadie lo obligue, toma
la iniciativa de engendrar y/o adoptar hijos espirituales, para vendar y curar
sus heridas y guiarlos a toda verdad en el evangelio de Jesucristo, hasta que
estos se conviertan también en padres espirituales, completando de esta manera
el ciclo de la paternidad espiritual.
Gracias por este excelente aritucolo.
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