martes, 12 de junio de 2018

EL ESPÍRITU SANTO, FIEL COMPAÑERO DEL DISCÍPULO DE CRISTO









Introducción 

    El Espiritu Santo, llamado en el Antiguo Testamento Espíritu del Señor, Espíritu de Jehová, Espíritu de Dios o simplemente Espíritu, ahora en el Nuevo Testamento es nombrado con mayor frecuencia como ESPÍRITU SANTO, aunque algunos de los escritores, en algunos momentos, lo mencionan de diferente manera, como: el Espíritu de Dios o Espíritu del Señor, Espíritu de verdad, Espíritu Santo de la promesa, el Espíritu Santo enviado del cielo. 
    La manera de manifestarse en el Nuevo Testamento es diferente a la forma en que se manifestó en el Antiguo, pues, en esa época venía sobre el hombre escogido por Dios para realizar alguna misión, lo llenaba de poder y/o sabiduría, o les daba algún mensaje o profecía  para alguien en particular o para el pueblo hebreo en sentido general, sin quedarse permanentemente con ese individuo. Lo visitaba cuando era necesario. También, en algunas ocasiones lo vemos manifestándose como la fuerza y el poder de Dios.
    Ahora, en el Nuevo Testamento, realiza dos funciones primordiales hasta hoy, que no las tenía en el Antiguo Testamento. Primero, viene al nuevo creyente, aquel que ha confesado sus pecados y se ha arrepentido de cada uno, y ha declarado públicamente que Jesucristo es el Hijo de Dios y que es su Señor y salvador,  lo SELLA haciendo legal su adopción como hijo de Dios, convirtiéndolo en un miembro del cuerpo de Cristo y reparándolo, a la vez,  para el día de la redención (Efesios 1:13,14; 4:30).
    Su segunda función consiste en BAUTIZAR a ese creyente con la EVIDENCIA DE HABLAR EN LENGUA (humanas y extraña (1 Cotintios14:13) Hechos 2:1-4). Viene sobre él con fuego (simbólico) para  purificarlo y declararlo justo;  y hace morada permanente dentro de él (Juan 14:17). convirtiéndose en su fiel compañero, consolador y maestro. Ambas funciones envuelven la prioridad del bautizo en agua para el arrepentimiento  y el perdón de los pecados.
     La obra del Espiritu Santo en el Nuevo Testamento es realizada con todos los atributos normales de una persona (habla, elige, envía, alerta, enseña, da su parecer, corrige, se entristece, ama, intercede...). Por lo que, el apóstol Juan lo señala como uno de los tres que dan testimonio en el cielo (1 Juan 5:7).










Conclusión 

Analizado el accionar del Espiritu Santo en toda la Biblia, podemos concluir este tema alegando lo siguiente:
 1. El Espiritu Santo no es solo la fuerza de Dios, ya que una fuerza no tiene atributos de persona. Para que ésta se produzca es necesario que alguien o a una cosa, que tomando un punto de apoyo, la ejecute. Es la única manera de producirse. Y no es sólo poder de Dios, pues este término significa, entre otros,  ser más fuerte que alguien y tener el control, y el Espíritu Santo trata al creyente con delicadeza y como él es (1 Corintios 14:32). Lo ayuda en sus debilidades.
2. Vista y analizada el accionar  del Espiritu Santo desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento y compararlas con las actitudes normales de una persona , se puede observar que cada uno de sus actos, especialmente en el NT,  están conjugadas en la tercera persona del modo indicativo, en el acto comunicativo, con el pronombre él, lo que indica que no podemos decir que el Espíritu Santo es sólo la fuerza o el poder de Dios, sino, una de las personas, de los tres que dan testimonio en el cielo, siendo un solo Dios manifestados en tres personalidades, como lo afirma  el Apóstol Juan en su primera carta dirigida a la Iglesia (1 Juan 5:7), y que los cristianos le han dado el nombre de la “Trinidad de Dios”.
3. El Espíritu Santo es vital en la vida del creyente porque ÉL es quien nos regenera, renueva, santifica, nos ilumina el entendimiento para entender la Palabra de Dios, nos enseña a amar, nos prepara para servir a otros, nos envía, nos corrige, y nos guarda para la redención.



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