Hace miles de años que la mayoría de los humanos del mundo occidental, y algunos cristianos del oriente, de manera
directa o indirecta, consiente o inconsciente, vienen celebrando o simplemente escriben
o hacen comentarios sobre el sufrimiento, muerte y resurrección de Jesucristo;
cada uno centrado en sus intenciones particularizares comunicativas. Hechos que han
convertido a Jesús en el personaje más emblemático de toda la historia del
hombre, pues, sobre ningún otro se han escrito tantos libros. Aún en estos
tiempos estas producciones continúan apareciendo al granel.
Realidad que corrobora con lo
que en los tiempos de los apóstoles pudiera haber sido considerada una
exageración, cuando el apóstol Juan, en su evangelio escribió-
“Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las
cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el MUNDO cabrían LOS LIBROS que se habrían de
escribir”. Juan 21:25
¿Qué
tuvo y tiene de especial este personaje?
Sobre Jesús han escrito y
siguen escribiendo los ateos, los anticristos, los musulmanes, los islámicos, los cristianos,
entre otros grupos religiosos e historiadores famosos. Unos escriben para
desmentir su existencia, otros lo presentan como un gran profeta, algunos sólo se
centran en sus valores como humano, otros tratan de ridiculizarlo.
Los
cristianos lo presentan como el Cristo prometido desde la creación del mundo. el
Hijo de Dios. El Verbo encarnado que habitó e hizo vida durante 33 años entre
los hombres, llamado Emanuel desde antes de nacer , que quiere
decir Dios entre nosotros (Isaías 7:14).
El profeta Isaías, un gran
hombre de Dios del Antiguo Testamento, cientos de años antes del nacimiento de
Jesús, profetizó que vendría ese varón tan especial a la tierra, con una gran
misión de redención para la humanidad.
Esta visión no la describe en tiempo futuro, como
hecho que todavía no había acontecido, todo lo contrario, lo redacta como si
estuviera aconteciendo en ese momento, es decir, él visualizó el nacimiento de
ese niño y predijo los diferentes nombres que definirían las cualidades de su
personalidad, acorde con la misión que venía a realizar.
Todo esto lo podemos comprobar leyendo el
libro que lleva el nombre de este profeta, en el capítulo 9:6, donde él dice-
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el
principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de PAZ”.
Durante su estadía en esta
tierra, Jesús de Nazaret, demostró con sus enseñanzas, milagros y acciones, así
como, con su carácter amoroso, bondadoso, misericordioso, perdonador y la
autoridad que lo adornaba, que realmente era Emanuel, el mismo Dios encarnado
habitando entre nosotros, el príncipe de paz y el regalo del Padre para la
redención de la humanidad (Juan 3:16), ya que ésta había perdido en el huerto
de Edén toda relación directa con Dios. Los deseos y las pasiones
desordenadas de la carne, la idolatra, el odio y la envidia han sido desde
entonces los genes del pecado que domina la naturaleza de los seres humanos, siendo
la muerte su consecuencia.
¿Cuál
es el papel protagónico de Jesús en toda esta historia?
El Apóstol Pablo, en sus cartas a los romanos y a los
corintos les habla sobre la esencia del papel de Jesucristo aquí en la tierra,
justificando las razones de su muerte y explicando su resurrección de entre los
muertos.
A los
romanos les explica cómo es que el pecado había pasado a toda la raza humana,
desde que fue creada. El les dice- “Por tanto, como el
pecado entró en el mundo POR UN HOMBRE, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Romanos 5:12
Estas palabras nos dan a entender que todos heredamos el pecado de Adán, lo que
significa que la humanidad entera, desde que tiene uso de su razón, es
pecadora, pues cada ser, desde que viene a este mudo, trae en su ADN la
inclinación a hacer lo malo.
A los corintios les
habla sobre lo mismo, pero le agrega otro elemento, la esperanza de vida eterna
a través de la resurrección de Cristo. Él lo dice de esta manera-
“Porque
por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección
de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
serán vivificados”. 1 Corintios 15:21,22
Si analizamos sistemáticamente este párrafo nos
podemos dar cuenta que le preceden otros párrafos que hablan sobre la muerte a
destiempo de Jesús y la necesidad de que esto ocurriera, porque era el
cumplimiento de su gran encomienda en esta tierra.
El
hombre estaba separado de Dios a través de un gran velo de ignorancia y
desobediencia. Al morir Jesús, este velo se rompe y se abre el camino que
conduce al ser humano hacia Dios (Mateo 29:51). El mismo Jesús nos dice que él
es el único camino, la única verdad, que no hay mentiras en él, y que él es la
vida, y que nadie puede ir al padre si no es por medio de él (Juan 14;6).
Para creer esto es necesario tener fe. Creerlo,
y ya, sin ningún tipo de cuestionamiento, o simplemente no creerlo. Todos
tenemos el libre albedrio de hacerlo.
Su ejemplo de vida, su sufrimiento y muerte en
la cruz (acontecimientos innegables porque tienen una gran hilera de testigos y
referencias documentadas), su resurrección, aunque dudada por muchos incrédulos,
pero afirmada, experimentada y vivida por montones de creyentes en el mundo, es
lo que distingue a este excelso personaje de los demás de la historia, ya que
es totalmente diferente a los terrestres, porque esta claro que no es de este mundo. Todos los demás personajes que hicieron grandes
aportes a la humanidad todavía permanecen hasta hoy en sus tumbas, por ser
totalmente del polvo de la tierra.
Esto nos
hace afirmar y ser testigos de Dios de que Jesús, no sólo es su único Hijo,
sino que a la vez es Dios, el Emanuel que habitó entre los hombres. El primer
muerto, y hasta ahora el único, que al tercer día dejó la tumba vacía, una vez
y para siempre, y que regresó, ante los ojos de muchos espectadores, al lugar
de donde vino, vivito y coleando, y que hoy está sentado a la diestra del Padre
en espera de su segundo regreso a la tierra (Marcos 14:62), para llevarse a todos los
creyentes que han sido sellados por el Espíritu Santo para ser redimidos (Efesios
4:30).
Los que de
estos estén muertos, resucitarán primero, luego los que estén vivos serán transformados
en un abrir y cerrar de ojos, para reunirse con Cristo en las nubes (1
Tesalonicenses 4;16.17). Para esto resucitó, para demostrarnos que así como el
resucitó, así lo hará con nosotros.
Hay personas que se les hace muy difícil creer
esto, porque el velo de la ignorancia aún no se ha roto en ellas. Su necedad, egoísmo
y la vanidad en que viven, le tienen vedados los ojos, y la luz de Cristo no
los puede iluminar. Llegará el día que llorará amargamente por no haber creído.
Esto no
es cuestión de fanatismo religioso ni el pertenecer a una X denominación. Esto es
cuestión de vida o muerte. Como Jesús vive para siempre, así viviremos con él, los
que por fe lo hicimos el señor de nuestras vidas y hemos guardado sus
enseñanzas, y en cada despertar celebramos su muerte y resurrección, henchidos
de esperanza. porque un día nos encontraremos cara a cara con él, para celebrar juntos LAS BODAS DEL CORDERO (Apocalipsis 19:7-9). Amen!!!!!
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