martes, 26 de junio de 2018

El amor no se hace, se recibe de Dios a través de la fe, porque ÉL es amor.

Como todo fruto natural no es sólo cáscara, pulpa y semilla, lo que tenemos ante la vista, es también, lo que no vemos pero que recibimos al ingerirlo: vitaminas, fibras, calorías, agua, entre otros. Así es el fruto del Espíritu Santo, el cual está compuesto por tres grupos de nutrientes que alimentan nuestro espíritu y nos llevan a ser mejor persona en las tres dimensiones que dan forma a nuestro ser.

Estos componentes son:
 a) Amor, gozo y paz, nos permiten mantener una relación intima con Dios, cuando ese amor lo hemos recibido de Cristo; quien por amor se entregó por cada humano para que tuviera gozo y paz, al sentirse perdonado por Él.

b) Paciencia, benignidad y bondad; estos preparan nuestra alma para superar las adversidades interiores y exteriores de la vida.

 c) Fe, mansedumbre y dominio propio; estos últimos optimizan nuestra alma para amar y servir a nuestro prójimo.

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