Introducción
Corinto
era una antigua ciudad griega ubicada a 8 kms. del istmo y canal Corinthe, en
el estrecho que une la parte continental de Grecia con la península de
Peloponeso. Su fundación se remonta a unos mil años antes de Cristo. En el
siglo I d.C. se encontraba habitada en su mayoría por excombatientes romanos y
por esclavos libertados llegados de Italia.
Por
su puerto marítimo, posición geográfica y política, era una ciudad muy activa
económica, cultural y religiosamente, muy materialista y amante de la sabiduría
filosófica. Tuvo dos épocas de prosperidad: una bajo el dominio de los tiranos
en el siglo VI a.C., y otro después en la era helenística. En el año 146 a.C.
fue destruida por los romanos y reconstruida en el 46 a.C. (antes de Cristo los
años no se contaban de forma ascendente sino descendente) por Julio Cesar.
La
iglesia de los corintios fue la congregación que el apóstol Pablo tuvo más
presente, debido a que era la más problemática entre las que había
fundado. Además de permanecer con ellos
durante un año y medio, después de haberla fundado, se mantenía dándole
seguimiento, ya sea a través de vistas personales o por los mensajeros que les
enviaba, o por cartas. Se cree que estuvo en Corinto por más de tres ocasiones
y que le escribió cuatro cartas, de estas sólo se conservan dos. La que tenemos
por primera, se cree que es la segunda, mientras que la que tenemos como
segunda, es la cuarta.
Después
de Pablo, a la iglesia llegaron otros maestros, entre los cuales se encontraba
a Apolo. La actividad de algunos de estos hizo que surgieran opiniones
encontradas sobre temas doctrinales que llevó a la congregación a dividirse en
varios grupos. Y esto, junto a algunos que se creían demasiado sabios, y una
congregación con raíces y contactos inevitables con una sociedad pagana, de
costumbres amorales liberales, dio lugar a una serie de conflictos y
situaciones de abusos en medio de la iglesia, lo que motivó a Pablo a
escribirle.
¿Qué
motivó a Pablo a escribir la epístola que hoy conocemos como 2 Corintios?
2 corintios 2:1-13; 12:14; 13:1; 7:6-12
Después
de que Pablo escribiera su primera carta a los corintios (hoy perdida), y mientras se
encontraba en Éfeso, recibió la mala noticia de parte de Timoteo (1 Corintios
16:10) de que las cosas en la iglesia de Corinto no iban muy bien, pues, había personas en la congregación que estaban difamado de él y poniendo en tela de
juicio su ministerio, provocando que algunos se pusieran en su contra. La situación se agravó tanto, que Pablo decide hacerle
una visita personal de sorpresa. Esta es la visita penosa a la que él se
refirió en 2 Corintios 12:14; 13;1, porque al parecer no le fue muy bien durante su estadía.
Entonces,
después de esta visita, vuelve a Éfeso y le escribe otra carta (la
tercera, también perdida) muy severa, la cual fue enviada con Tito. Ésta fue tan
dura, que luego se arrepintió de haberla escrito (2 Corintios 7:8) y estuvo muy inquieto por varios días, deseoso de que Tito regresara para ver como lo habían tratado.
Después
de escribir esta carta se dirigió a Troa para esperar a Tito, ya que seguía angustiado y ansioso por recibir noticias. Allí no lo encontró, y se fue a
Macedonia, donde si lo vio, y éste le informó sobre los efectos saludables de
arrepentimiento que el contenido de la carta provocó en los hermanos.
Pablo
decide escribirle una cuarta carta, la que hoy tenemos como la segunda, para
expresarle a la congregación el porqué y el cómo se había sentido al enviarle una carta tan
fuerte (la tercera), y cómo se sentía al saber que le había servido para bien y
para reconciliarse con el Señor Jesucristo y comprender su ministerio. A la
vez, les agradece el buen trato que le habían dado a Tito, y les menciona lo saludable que era la reconciliación. También hace énfasis sobre la actitud que debe tener el cristiano como templo del Espíritu Santo y cómo deben recolectar las ofrendas para la iglesia de Jerusalén (la iglesia madre).
Conclusión
Sintetizadas
y analizadas estas dos epístolas de Pablo dirigidas a la iglesia de Corinto, podemos
concluir diciendo, la importancia de tomar un tiempo apropiado para estudiarlas
a profundidad, ya que estas dos cartas contienen el perfil del auténtico cristiano y
cristiana de todos los tiempos, así como, la identidad de todo el que sirve en una congragación cristiana y el caracter del verdadero predicador del evangelio.
Además,
nos sirven como ejemplo para saber que un mal comportamiento puede ocasionar
consecuencias drásticas tanto en la vida personal del creyente como en
la congregación misma. El pecado de uno puede afectar a todos los miembros de la iglesia. Por lo que no debemos ser permisivos del pecado ajeno ni pasarlo por alto. Debemos prestarle atención para corregirlo antes de que corrompa a todos los miembros.
También,
en estas cartas podemos observar un fuerte contenido doctrinal, acompañado de
sabias exhortaciones de gran autoridad, especialmente en la primera epístola,
cuyo objetivo es edificar y preparar al creyente para toda buena obra.
Además, resalta problemas eclesiales que se
ajustan a las iglesias de todos los tiempos, ya que son vivencias cotidianas y
normales de las congregaciones cristianas
de todas las épocas, como los son: las normas disciplinarias, el orden
en los cultos, el uso de los dones espirituales, la problemática familiar, y
los grupos partidistas dentro de las iglesias, lo cual genera celos, disgustos
y contiendas en medio de ellos.
Aprendamos
a ser creyentes sabios, viviendo y creciendo cada día en la verdad de Cristo. No
seamos sabios en nuestra propia opinión. Evitemos las divisiones en nuestras
iglesias, pues esto para nada aprovecha.
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