martes, 27 de noviembre de 2018

El Padre Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad.


Introducción 
Dios hizo la naturaleza y todo ser viviente para la honra y gloria de su nombre. Debido a esto, el salmista dice que "los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos".  Los seres humanos somos su gran obra maestra. Nos hizo para que lo adoremos y alabemos en espíritu y en verdad; para que vivamos agradecidos siempre de Él por todas las bondades que nos da cada dia, tanto a buenos como a malos, y para que anunciemos y resaltemos entre nosotros sus hechos. 
En la Biblia encontramos que la adoración está estrechamente vinculada a la alabanza, y la alabanza a acciones de gracias. La adoración sin alabanzas no sería adoración, y la alabanza sin acción de gracias y adoración, no sería alabanza. Por medio de la estrecha vinculación de estas tres acciones honramos a Dios y nos gozamos en Él. Pues, las tres juntas definen la adoración que Dios demanda de sus hijos, los justificados a través de la muerte del Señor Jesucristo en la cruz del calvario y lavados con su sangre.
Los principales personajes bíblicos expresaron su adoración a Dios de varias maneras: a menudo se les ve postrándose ante Dios con temor, para honrarle, adorarle y demostrarle su devoción. También, se les observa ofrendándole regalos especiales, siendo su vida el más importante.  Con la alabanza demostraban quien era Dios y lo que había hecho con ellos. En cada cántico expresaban su carácter a través de todos sus nombres, lo que hizo y lo que hace por sus escogidos.
Muchas iglesias cristianas vienen definiendo el concepto adoración a Dios como la acción que envuelve varias actividades religiosas congregacionales, como: ir con frecuencia a la iglesia, hacer algunas oraciones, cantar cánticos o himnos, escuchar los sermones y participar de la Santa Cena, sin agregarle a todas estas actividades la más importante, una vida diaria de devoción y entrega a Dios en sacrificio vivo, santa y agradable a Él; que es el verdadero culto que debemos brindarles, según sus demandas. 
La auténtica adoración, la alabanza y las acciones de gracias a Dios no dependen del estado de ánimo del creyente ni de sus sentimientos, dependen de su voluntad, de su medida de fe y del nivel de agradecimiento que tenga por todo lo que el Señor ha hecho en su vida; y cuán agradecido o agradecida esté por sus proezas, su amor y su perdón. 
Por esta razón, no debemos esperar que el grupo de alabanza de la iglesia nos animen y nos desafíen para adorar a Dios, y que las canciones que canten nos consuelen y conforten de manera individual. Nuestra adoración, consolación y confort espiritual deben de estar basadas en la Palabra de Dios aplicada a nuestras vidas cotidianas, viviendo una vida digna del llamamiento que hemos recibido en Cristo.  
El tema sobre la adoración y la alabanza en la Biblia es mucho más profundo de lo que alcanza a entender nuestra mente sobre los dos términos. Es un concepto que está íntimamente relacionado con la teología bíblica de la creación, el pecado, el pacto, la redención, el pueblo de Dios y la esperanza futura. Tiene que ver con la manera en que podemos tener una relacion directa y personal con Dios y de la forma que podemos adorarle en todo lo que hacemos y decimos, cada segundo de nuestras vidas.











Conclusión
Analizadas las diferentes referencias bíblicas sobre el tema la adoración y la alabanza, podemos concluir alegando que el concepto adoración debe estar bien definido por cada cristiano o cristiana, ya que muchos creen que a dorar es cantar con algarabía, levantar las manos, aplaudir, ofrendar y diezmar (acciones que han provocado la división de muchas iglesias). Esto sería una manera sencilla y fácil de adorar a Dios, y que cualquiera podría hacerlo.
 No obstante, los adoradores que el Padre Celestial busca son los que le adoran en espiritu y en verdad, en lo íntegro y la hermosura de la santidad.  Por tal razón, la adoración a Dios debe ser nuestras respuestas ante la aceptación de su pacto establecido en su Palabra.
La adoración bajo el concepto de los dos pactos bíblicos es la respuesta del cristiano y la cristiana a la iniciativa del Padre Dios de su revelación y salvación, actuando de la forma que ÉL quiere, no de la manera que a nosotros nos parece o nos hace sentir bien.
Conceptualizada la adoración y la alabanza de esta manera, vale cerrar el tema haciéndonos las siguientes preguntas, con la finalidad de tenerlo siempre presente hasta que nos convirtamos en verdaderos adoradores:
·         ¿Es la adoración una experiencia o un sentimiento?
·         ¿La presencia de Dios en nuestros cultos debe ser definida por el nivel de éxtasis religioso experimentado en el momento por los hermanos y las hermanas o por las expresiones sinceras de humillación y reverencia ante Dios?
·         ¿Qué tan real es nuestra adoración a Dios en cada uno de los momentos de nuestro tiempo congregacional?
·         ¿Deben ser medidos nuestros cultos según el grado en que los participantes han expresado sus alabanzas?
·         ¿Mi estilo de vida cotidiana va acorde con la forma con que adoro y alabo a Dios?
·         ¿Adoro yo a Dios en la integridad de mi santidad?
La verdadera adoración a Dios consiste en mantener una relacion íntima y permanente con ÉL, con actitud continua, sostenida y creciente de: temor, respeto y sometimiento a los términos que ÉL mismo propone y que sólo ÉL lo hace posible; es decir, que debe ser adorado a su manera no a nuestra conveniencia y sentimiento.

martes, 20 de noviembre de 2018

CONOCIENDO LA FE CRISTIANA A TRAVÉS DE LAS EPÍSTOLAS FILIPENSES Y 1 Y 2 DE TESALONICENSES DEL APOSTOL PABLO


Introducción

Filipos, llamada así en honor al padre de Alejandro Magno, quien la invadió en el año 358 a.C. era la ciudad principal de Macedonia Oriental. Estaba situada cerca de Tracia, en una llanura fértil del rio Gangites (Hechos 16:12), a 14 kms del puerto de Neápolis, junto a la Vía Egnatia, lo cual contribuyó en su importancia económica, ya que tenía la carretera principal que unía a Asia Menor con Europa.

Era el primer distrito de los cuatros en que se dividió Macedonia cuando fue declarada provincia romana en el año 146 a.C. (Hechos 16:12b). En su llanura se libró la batalla en que Octavio y Antonio derrocaron a los republicanos en el 42 a.C., y cuando Antonio llegó a ser emperador, bajo el nombre de Augusto, elevó a Filipo a la categoría de colonia romana y le dio el derecho de gobernarse por sus propios magistrados, siendo sus habitantes considerados ciudadanos romanos. 

La mitad de la población era de origen latino (Hechos 16:13) y los demás eran asiáticos (Hechos 16:14). Entre ellos había una pequeña comunidad judía que no tenía sinagoga.

La iglesia de Filipo fue fundada por Pablo y Silas (Hechos 16:9-40 y 1 Tesalonicenses 2:2) en su segundo viaje misionero, en el año 52 d.C. Gracias a una visión que tuvo el apóstol (Hechos 16:6-10) iniciaron aquí la evangelización de Europa. Su primera prédica fue junto al río donde se reunía un grupo de mujeres a orar. Y ese dia tuvieron la primera convertida, una vendedora de purpura llamada Lidia, la cual los invitó a quedarse en su casa.

 Durante su estadía en Efeso liberaron de la servidumbre a una adivina que los asediaban, una esclava de origen griego, cuyos antiguos amos consiguieron después que los cogieran presos, los azotaran y los metieran en la cárcel en una celda de mayor seguridad, con los pies metidos en un cepo, atados con fuertes cadenas.

A media noche, un terremoto abrió todas las puertas de la cárcel, y el carcelero, pensando que se habían fugado, quiso suicidarse, pero Pablo se lo impidió y les predicó el evangelio. Este creyó junto a toda su familia y Pablo los bautizó (Hechos 16:14-33), añadiéndose estos a la lista de los miembros de la naciente iglesia de Tesalónica.   
 
Para los estudiosos de la Biblia, la epístola a los Filipenses es considera como la más preciosa de todas las cartas de Pablo que se han conservado, por lo que algunos le han dado el nombre de “La carta de las cosas excelentes”, basado específicamente en el versículo 4:8. Otros la llaman “La epístola del gozo” por las veces que aparece en ella esta palabra con sus derivados. El gozo que nada ni nadie puede arrebatar.

Esta epístola no es la acostumbrada carta del apóstol para corregir la conducta de la iglesia. Es la carta de un amigo para sus amigos, escrita en un tono de voz tierno y amoroso. Pues, al parecer, era la iglesia que Pablo más amaba, considerada como su gran gozo y corona, porque los había ganado para Cristo. 

Además, era una iglesia que había apoyado su ministerio, pues, siempre lo tenía presente tanto en sus oraciones como en sus necesidades, y le había enviado a al hermano Epafrodito para que le sirviera.

Tesalónica era la ciudad principal de Macedonia y su metrópoli, ya que en ella se encontraba una base militar y nabal de Roma. Estaba ubicada en la costa del golfo de Salónica, en la vía Ignacia (la carretera que unía a Roma con Bizancio), reuniendo las condiciones para la visita de los misioneros cristianos.

Pablo con su equipo llegó a esta ciudad en el año 50 d.C. en su segundo viaje misionero. Durante su permanencia de tan solo tres semanas predicó el evangelio de Cristo, dejando instaurada una comunidad cristiana, en su mayoría nuevos creyentes paganos. Su estadía tan corta fue debido a la oposición de un grupo de judíos que procuraban matarlo. Por lo que tuvo que huir de esa ciudad hacia Atenas, dejando al grupo de los nuevos conversos sin un adoctrinamiento sólido. 

Ya en Atenas, les envía a Timoteo, un colaborador de su ministerio, para que los afirmara en la fe y los animara, a fin de que no dejaran el evangelio, ya que también contra ellos se había desatado una persecución por el mismo grupo de opositores, llegando hasta morir algunos de ellos.  Y a pesar de todo esto la comunidad se mantenía firme en la fe, llegando a ser ejemplo para las demás iglesias cristianas de la región. 

Pablo, como no podía ir en persona a Tesalónica por precaución, decide escribirles cuando Timoteo regresa y les trae la noticia de cómo ellos soportaban con paciencia todos sus sufrimientos por la causa de Cristo, y su fe, que, en vez de menguar, se hacía más fuerte cada vez más, a pesar de los inconvenientes.

 Entonces, les escribe dos cartas para animarlos con su experiencia y padecimientos durante el ejercicio de su ministerio. Y en ambas los motiva a mantener su salvación creciendo cada vez más en santidad, ya que la salvación no era para todo el mundo, y ellos habían sido escogidos por Dios desde el principio para ser salvos.

 A la vez, procuraba consolarlos porque estaban muy tristes por los que habían muertos a causa de la persecución. Les habla de la esperanza del cristiano cuando moría y de cómo será recompensado en la segunda venida de Cristo, junto a los que estén vivos y firmes en la fe. Tema que hace que estas dos cartas sean consideradas apocalípticas. 

También les escribe, por segunda vez, porque se había enterado de la vida desorganizada de algunos de ellos, que eran holgazanes y se metían en lo ajeno, y que querían vivir de la iglesia sin trabajar. A estos les ordena en el nombre de Jesucristo que trabajen para que coman de su propio pan y cubran todas sus necesidades; y que, debido a esa situación, los demás no dejaran de hacer el bien.



 

Conclusión 

La Palabra de Dios es viva y eficaz en todos los tiempos. Es viva, porque todavía hoy, en ella podemos, a más de dos mil años de los últimos acontecimientos bíblicos, encontrar vida eterna e huir de la ira venidera del juicio de Dios.

 Es eficaz, porque todo el que en ella busca a YAHWEH ADONAHIM (Jehová Dios) con humildad, sinceridad y necesidad, aún en estos tiempos, lo puede encontrar, mientras esté a tiempo para hallarlo. 

Las epístolas del apóstol Pablo son ricas fuentes para conocer la Palabra de Dios, para aprender a vivir la vida que le agrada al Señor; a vivir como es digno del gran llamamiento que nos ha hecho el Señor Jesucristo a través de su preciosa y valiosa sangre derramada en la cruz del calvario por nuestros delitos y pecados. 

En cada epístola paulina podemos encontrar el código de ética del cristiano, la doctrina de la fe verdadera y el estilo de vida que Dios quiere y exige de todos los que han recibido la adopción de hijo o hija por medio de Cristo, ya que no es lo mismo llamarse cristiano a ser en verdad cristiano. 

Pablo nos enseña que el verdadero cristiano o cristiana está llamado a ser más que un simple religioso. Ha recibido un llamamiento para ser santo o santa, que significa estar separado del mundo para agradar a Dios, aun viviendo en medio de él, si es que ha sido sepultado y resucitado juntamente con Cristo a través del bautizo del auténtico arrepentimiento y ha nacido a una nueva vida creada por la voluntad de Dios no por la de los hombres. 

 Aquella que se ha despojado de su vieja manera de vivir en la carne bajo la esclavitud de las pasiones desordenadas y se ha vestido de Cristo para llevar una vida nueva en el fruto del Espiritu Santo e ir creciendo en santidad hasta que sea redimido por Él en su segunda venida. 

Todas las cartas que nos aparecen registradas en la Biblia merecen nuestra detenida atención, ya que cada una de ellas también están personalmente dirigidas a los creyentes en Cristo de todos los tiempos. A los que realmente buscan el rostro de Dios y hacen el esfuerzo para seguir las enseñanzas de Jesucristo al pie de la letra.

Pues ¿no decimos que somos cristianos? De ser así, démosle carácter al llamamiento que de Cristo hemos recibido y vivamos como es digno de él, pues, sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Y si alguien no lo ha recibido aún, ahora es el tiempo.


martes, 13 de noviembre de 2018

APRENDIENDO DE LAS EPÍSTOLAS DE PABLO: EFESIOS Y COLOSENSES

Introducción
La primera visita del apóstol Pablo a la ciudad de Éfeso, ubicada en Asia Menor, en su segundo viaje misionero, fue de tres meses (Hechos 18:19-21). Durante ese tiempo dejó establecida la iglesia. Ya en su segunda visita, en su tercer viaje, permaneció tres años. La obra que inició en este lugar fue continuada por Apolos, Priscila y Aquila (Hechos 18:24-26).
Durante los tres años que duró en Éfeso extendió el evangelio por toda Asia Menor. La Palabra de Dios creció poderosamente y prevaleció en todas las ciudades de la región, a pesar de la oposición y persecución de los judaizantes. (judíos cristianizados que enseñaban que la salvación dependía del cumplimiento de la Ley Mosaica, por lo que todo gentil que se convirtiera debía circuncidarse y someterse a sus preceptos).
El libro de Efesios, más que una carta, es un tratado epistolar, quizás dirigida a los cristianos de todas las iglesias de Asia Menor especialmente a los gentiles (Efesios 2:11,19).
Su principal objetivo tiene dos vertientes: una,  asentar las bases de la doctrina de la fe y su puesta en práctica en la región, y la otra, definir la causa, misión y fin de la verdadera iglesia de Cristo. 
Se cree que fue escrita en la misma fecha que Colosenses y Filemón en el año 62 d.C. aproximadamente. Las tres cartas fueron enviadas con los mismos mensajeros (Efesios 6:21-22; Colosenses 4:7-9; Filemón 12,23,24). Son llamadas “Cartas del Cautiverio” por haber sido escritas en el primer encarcelamiento de Pablo en Roma.
A diferencia de las demás cartas paulinas, Efesios no contiene exhortaciones de carácter personal y no fue escrita para corregir problemas doctrinales en la congregación.  Se cree que es una carta circular dirigida a varias iglesias cuyo punto de partida era Efeso.
Esta epístola, junto con Colosenses, resalta la verdad de que la Iglesia es el cuerpo del que Cristo es la cabeza. A pesar de que esta verdad, Pablo, ya se la había mencionado antes a los romanos y a los corintios, pero no con la profundidad con que se la resalta a los efesios.
Efesios y Colosense son los libros que contienen la palabra revelada más elevada, pues presentan al cristiano sentado con Cristo en los lugares celestiales, y a la vez, lo exhortan a vivir según este elevado y supremo llamamiento.
Esta carta, Efesios, junto a Romanos y Hebreos, es una de las torres doctrinales de mayor relevancia del Nuevo Testamento, pues, contiene la doctrina más importante sobre la fe cristiana.

Epístola a los Colosenses 
Colosa era una ciudad de Asia Menor, específicamente de Frigia, situada en un cerro, cerca de la confluencia de los ríos Lico y Meandro, a 16 km de Laodicea y 21 kms de Heliópolis (Colosenses 2:1; 4:13,15), y a unos 200 metros del este de Éfeso. Por lo que un viajero podía visitar las tres ciudades en un dia.
Colosa, Laodicea y Heliópolis formaban una federación. Los colosenses vivían de la fabricación de vinos y tenían una industria de lana, donde se hacían tejidos de color purpura llamado colosenses. Entre las tres era la de menor importancia. Y en los tiempos de Pablo era solo una villa de casas campestres.
La iglesia de los colosenses se cree que fue fundada por Efrapas, un natural de esa ciudad, discípulo de Pablo (Colosenses 1:17), ya que al parecer el apóstol nunca pudo estar en Colosa (Colosenses 2:1); y le escribe, primero, como apóstol de Cristo a los gentiles, y segundo, para apoyar las enseñanzas de Epafras, quien le había comunicado sobre algunas situaciones doctrinales que se estaban dando en la iglesia.
 Pues, se habían infiltrados falsos maestros y estaban enseñando filosofías humanas que alegaban que Cristo era inferior a todos los seres que rigen el universo, los llamados “elementos del mundo”, poniendo en tela de juicio la Deidad de Jesucristo.
 A la vez, querían imponer la doctrina de la circuncisión y sembraban la duda en los creyentes sobre el apostolado de Pablo. Se cree que fue escrita en los años 61 o 63 d.C. durante el encarcelamiento de Pablo en Roma.
El tema central de esta carta es “el lugar de Jesucristo entre los poderes del universo en la naturaleza y en la historia” (Colosenses 1:15-17). Destaca con claridad la supremacía absoluta de Cristo sobre todas las cosas y sobre los ángeles. Nadie puede ser comparado con Él, ya que todos los poderes están sometidos a él bajo sus pies.
Colosenses contiene un extracto de los temas doctrinales y las exhortaciones que Pablo escribió a los efesios.  


Conclusión
Tanto en la carta a los Efesios como en la de los Colosenses, el apóstol Pablo motiva a los cristianos a vivir una vida a la altura del llamamiento de Cristo. Que cada una de las actitudes de su vida cotidiana motive la alabanza al Señor, ya que todo lo que haga debe hacerlo para agradar a Dios.
 Debe, además, procurar llevar frutos en toda buena obra, crecer cada dia en el conocimiento del Hijo de Dios y fortalecerse en su poder; y a la vez, darle gracias por todo con gozo y alegría del corazón.
El deseo del apóstol era que todos los cristianos anduvieran como es digno del Señor Jesucristo. En cada epístola muestra como ora por cada iglesia, a fin de que cada miembro junto a sus líderes tenga un buen comportamiento y un estilo de vida que esté a la altura de la confesión de su fe.
Como la Palabra de Dios es viva y eficaz, estas exhortaciones de Pablo son también para todos los creyentes y discipulos de Cristo de este tiempo. Por lo que debemos someternos a todo lo que él dice, si queremos tener una vida plena en Cristo.


¡Imposible no verte!